Promesas...otra de mis novelas a seguir ¿que os parece el comienzo?

Promesas




Esta oscuro. Odio la oscuridad. Y la cabeza me duele mucho. Oigo un zumbido que me perfora las sienes, y creo que mis ojos van salirse de sus cuencas. Aturdida trato de averiguar dónde me encuentro, pero solo soy capaz de alcanzar una fría y macabra negrura que me engulle hacía la nada. El silencio es atronador, hueco y pestilente, y siento que voy a perder el equilibrio. Mi respiración suena acelerada y el aire se me antoja frío y plomizo, la humedad se me ha calado en los huesos, y no soy capaz de entrar en calor.

No entiendo nada.

Echo de menos la cordura y la capacidad de razonamiento. El miedo puede conmigo, me tiene atrapada entre sus invisibles garras y, hace temblar todo mi cuerpo; creo que cuando consiga respirar mas hondo seré capaz de llorar, tal vez de gritar; ahora solo me castañean los dientes. ¡No puede ser una pesadilla!.

¡Dios mío! ¿qué demonios ha pasado?. No recuerdo nada, no sé dónde estoy, ni como he llegado hasta aquí. Solo sé que estoy perdida y atrapada, en un cuarto fosco y húmedo. Tanteo a ciegas con mis manos la rugosa pared, parece de piedra, esta fría y me he enganchado la piel con algo punzante; suelto un alarido y me llevo el dedo a la boca, y noto el sabor salado de la sangre. Pienso en muchas cosas, y ninguna me conduce a la luz. Si al menos pudiera controlar el temblor que sacude mi cuerpo tal vez no me sentiría tan vulnerable, ni tan frágil como una hoja quebrada en medio de un huracán. Apretó los ojos delirante procurando acallar ese punzante silbido, y por mas que quiera no alcanzo ni un mísero murmullo que desvele que diablos esta pasando.

Horas de interminable silencio.

Un silencio ensordecedor que de pronto se rompe con un estruendoso ruido metálico, como si alguien intentase derribar la puerta con un ariete. Me sacudo y doy un respingo retrepándome contra la pared, y dando manotadas en el aire titubeo algo inaudible. Una portezuela se abre con un golpetazo seco y oigo el apático crepitar de unos pasos firmes. Me abalanzo al frente por instinto.

¾¡Atrás, largo de aquí!¾ruge una voz áspera pateándome en el costado. Huyo como un perro apaleado y me encaramo de nuevo a la pared. Veo unos ojos negros que brillan en la oscuridad y relampaguean maliciosos. Encogida y amarrada a mis rodillas acuno un sollozo.

¾Aquí hay comida¾berrea el hombre en un tono mas duro que una piedra, y desaparece dando un sonoro portazo que retumba en la habitación. Estallo en un bramido de amarga impotencia, y al acto mi mente comienza a esclarecer; como un rayo de luz pinchando un nubarrón. Ahora lo recuerdo. Nos han engañado. ¡Camila! ¿Dónde estas Camila?. Se me ha helado la sangre en las venas, y presa de un nerviosismo macabro repaso mentalmente, sintiéndome ridícula y engañada la nota con la que obsequiamos a nuestros padres..