La importancia de mostrar y no explicar en la novela



Al crear una novela debemos centrarnos en las escenas al igual que si se tratara de una película. De ahí la importancia de la visualización. Si antes de escribir hemos idealizado imágenes nítidas en nuestra cabeza nos será más fácil transcribir esas escenas al papel. Pero no es suficiente con imaginar. Detente a experimentar, a sentir y a reaccionar ante lo que puedas estar viendo sobre tus personajes. Para ello sólo tienes que cerrar los ojos, o mantenerlos abiertos si te resulta cómodo. Entonces te voy a poner un ejemplo de una escena al aire libre. Nuestros protagonistas están en pleno invierno y se despiden ante un viaje inminente, vamos a mostrar y no explicar. Explicas cuando no visualizas, y muestras cuando sí lo haces.
Ejemplo 1: Carina estaba triste y angustiada por la partida de Hugo, notaba que él estaba nervioso. Hacía mucho frío y sabía que ese podría ser el último abrazo cálido que guardaría en su memoria, pues ninguno de los dos adivinaba lo que les deparaba el destino. Apenada, no era capaz de hablar, ni de decirle todas esas palabras que tanto había meditado. Simplemente se fundieron en un abrazo, un abrazo que efectivamente sería el último.
Ejemplo 2: Carina hizo un esfuerzo tremendo por contener las lágrimas, mientras Hugo procuraba disimular el temblor que sacudía sus brazos. Un viento huracanado hizo que sus miradas se unieran, y en aquellos ojos anegados de angustia adivinaron un destino incierto. Carina se frotaba los brazos, mientras el pelo le azotaba las mejillas. Entonces Hugo se abrió la chaqueta y la cubrió en un abrazo cálido a la vez que le besaba los parpados, bañados de pena. Carina tragó saliva, engullendo con ella las palabras que quedaron atascadas en sus labios. Entonces los dos sollozaron en silencio, ese sería su último abrazo.
En el primer ejemplo explicamos la escena, en cambio en el segundo mostramos las acciones de los personajes. Siempre debemos colocarnos en su papel, y preguntarnos qué sienten, qué experimentan, qué emociones nos transmiten. Sólo de esta forma el lector podrá sentir e involucrarse en la historia. Para ello también vamos a echar mano de los diálogos, pero de eso hablaremos en otra entrada. Ahora quiero que te detengas a visualizar, y para ello qué mejor que observar a nuestro alrededor, nuestras experiencias pasadas o simplemente el televisor. El trabajo de escribir empieza en nuestra cabeza no en el papel.
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