Mi microrrelato seleccionado

Arturo Garrido



Apagó el último cirio con un suspiro de agria melancolía y los ojos vidriosos. Abarcó con la mirada rota todos los años de oficio, con los que a base de esfuerzo levantó aquel negocio. Turnos de día, y de noche; mil preocupaciones para sacar adelante a su familia y montones de facturas por pagar. Sin embargo, había nacido para eso, toda una vida fabricando velas de la suerte, ignorando lujos y caprichos ostentosos por los que sus hijos soñaban. Arturo Garrido notó como la pena le ahogaba al cerrar definitivamente el taller, y hundiendo la mano en el bolsillo volvió admirar el boleto ganador, y se preguntó: ¿quién dijo que el dinero daba lafelicidad?.