Capítulo 1:
Nunca llegó a creer que
de verdad lo haría. Su mirada se resiste mientras sujeta el arma
entre sus manos. Él la mira sin desafío; más allá de sus ojos,
más lejos de su inexistente valentía, y estos a la vez se muestran
emborronados y vacilantes. Con la otra mano ella sigue sujetando el
teléfono móvil contra su oído y alguien a través de la línea le
susurra al oído con la voz teñida de melancolía. Ella procura
mantener la calma pese al temblor que sacude su cuerpo. Las piernas
apenas le responden.
¾Te
amo. Te amo como nunca he amado a nadie...¾Simone
continúa con la voz ahogada y las pupilas anegadas y vacilantes
¾todo
saldrá bien;¾titubea
con un hilo de voz¾
cuida de Alexander mientras yo termino con esta historia de una vez.
Él sigue al otro lado
de la línea mientras ella aprecia todas las formas del revólver
entre sus rígidos dedos, una suave y casi anormal cálida brizna
alborota su larga cabellera; su cuerpo tiembla, aterrorizado bajo la
tenue luz de una luna medio consumida; el tiempo corre, no aplazará
más su decisión; no hay vuelta atrás, y reacia a despedirse con la
mirada incierta de aquellos ojos negros que conocen el significado de
esas palabras, Simone amartilla el revólver ; y acto seguido con la
angustia explosionando en su garganta da un trago de su castigo y
recuerda lo que la ha llevado hasta el final apretando el gatillo
sin pensarlo más, contra el hombre que con celos incrédulos siente
caer su cuerpo, derribado al vacío, chocando contra las frías y
plomizas aguas del Sena. Simone deja caer las lágrimas que asaltan
sus pestañas y ruedan ardientes por sus mejillas como dos cálices
de fuego, de súbito grita con amargo desgarro y desesperación una y
otra vez, cayendo de rodillas contra el suelo, sin aliento,
encogiéndose de dolor y dejando resbalar de sus manos el arma que
le ha arrebatado parte de su vida, estremeciendo con su eco la fría
oscuridad de la noche y llenándose de un vacío casi imposible de
describir.
Unas semanas antes…
Un
cielo tormentoso. De fondo la ciudad de la luz; eclipsada por pesados
nubarrones que parecen descansar sobre los mismos tejados. Huele a
goma de neumático gastada sobre el asfalto y, el atropellado ritmo
de la ciudad resuena en eco por doquier. Son las doce del mediodía y
da la impresión de ser de noche, también la primavera parece
haberse olvidado de París. Simone descansa perezosa, apoyando su
barbilla sobre la palma de su mano, con la mirada mas allá de la
humeante taza de café expreso que la espera en silencio; resopla
pensativa y ante el nervioso impulso de sostener algo en las manos,
agarra de una manotada un ejemplar de Le
Monde
y ojea las páginas sin prestarles suficiente atención;
el
camarero continua frotando copas de cristal detrás de la barra con
vuelcos de muñeca automáticos, y harto de la misma rutina se
permite una pausa para acompañar a Simone con un zumo de manzana, se
sienta a su lado con suma confianza con las rodillas apuntando hacia
ella, ella prueba a sonreír aunque no le apetece, él lo nota; no
tiene un motivo especial para no hacerlo, tan solo no tiene ganas ,
el día en sí lo ha decidido.
¾No
conocía la faceta aburrida de Simone ¾se
burla Ean torciendo la barbilla
¾Hay
muchas cosas que no conoces de mi¾bromea
no en vano, con una mueca inestable a la vez que agarra la taza de
café y da un largo sorbo, está amargo y le guiña los ojos. Ean
hace temblar su pierna sobre el reposapiés del taburete y no le
quita la vista de encima. Es un joven sin escrúpulos, de aspecto
escuálido y rizos engominados recogidos detrás de las orejas, sus
ojos son del color de las avellanas y sus dientes desalineados; la
tez morena. Simone jamás lo piropearía en serio y sabe que él la
encuentra rabiosamente atractiva, se le nota en la mirada y a ella
eso la hace sentir segura, sin dejar de provocarle cierto morbo hacia
ella misma.
¾Tu
lo que necesitas es una de esas Markhas locas.. Con un tipo como yo,
por supuesto¾fanfarronea
Ean apuntándose a si mismo
¾Lo
que me hace falta de verdad son unas buenas vacaciones¾suspira
Simone sujetándose las sienes con la yema de los dedos.
¾Estoy
hablando en serio, no es una cita. Unas copas, unos bailes..¾menea
los hombros¾el
sexo lo dejaremos para lo último ¾añade
con sentido del humor y Simone le atiza en la cabeza con el periódico
mordiéndose el labio inferior, él se encoge entre risas.
¾Prometo
portarme bien y no emborracharme¾asegura
juntando las palmas de las manos.
¾No
es eso; no me apetece, y aunque quisiera no tengo quien se ocupe de
Alexander¾se
excusa ella y coqueta se mesa sus largos cabellos negros con la yema
de sus dedos.
¾No
es necesario este mismo fin de semana, pero creo que sería bueno
para ti¾
sugiere Ean.
¾Ya
hablaremos ¾se
escabulle ella jugueteando con una servilleta de papel
¾Esto
lo soluciono yo con un croissant
de chocolate, no te puedes negar¾salta
detrás de la barra y le alcanza un platillo con uno de ellos.
¾
¿Crees que voy a venderme por un croissant
¾le
apunta con el dedo índice y los ojos entrecerrados¾
aunque sea de chocolate?¾lo
mira golosa¾
Bueno.. Es negociable ¾Bromea
Simone
¾Todo
tiene un precio, amiga.
La
tormenta ruge con un sonoro e impetuoso estallido; segundos después
finas aunque agresivas gotas de lluvia tamborilean sobre el toldo que
cubre la terraza de Le
Rostand; Simone
se apresura a recoger su bolso y Markharse antes de que empeore el
tiempo, se asoma a la calle, dos mujeres corren entre risas
escandalosas cubriendo sus cabezas, siente una punzada en el estómago
y corre al lavabo antes de Markharse. Ean alcanza el mando a
distancia relajándose sobre la barra y sube el volumen del
televisor. Aparece la fotografía de un hombre en la TF1, la joven
presentadora Laurence
Ferrari,
sustituye a Patrick
Poivre después
de su fulgurante despido.
“Ayer
a estas horas se produjo la liberación de uno de los terroristas mas
peligrosos de todos los tiempos, Eneko Echevarria, terrorista español
que actuó en uno de los atentados perpetrados en Francia en 2002, ha
sido liberado provisionalmente bajo supervisión policial; nada mas
pisar la calle a declarado: “Hay un asunto pendiente, que cambiara
mucho las cosas.” Esto es todo por ahora, seguiremos informando de
las últimas noticias.
La cadena del inodoro
ruge y Simone sale con prisas, le deja unas monedas en la barra y se
despide con un gesto simpático. Le quedan unas cosas que hacer en el
centro comercial.
Simone
se distrae visitando varias tiendas de ropa y pierde la noción del
tiempo; tras consultar su reloj de muñeca acelera sus pasos hacía
el Renault negro que la espera aparcado en la calle, se ha olvidado
de pagar el ticket y se encuentra una multa empapada en el
parabrisas, no le da la menor importancia y la desmenuza en mil
pedazos. Se introduce en el coche y vuelve a ojear el reloj, escasos
minutos la distancian del colegio de su hijo e impaciente espera a
que el taxista que se ha colocado tras ella retroceda unos metros
para dejarla salir; parece corto de oídos y ella asesta el
estruendoso claxon entre quejas y bramidos, pisa a fondo el
acelerador con la Markha en punto muerto y comprueba por el
retrovisor que el hombre ha captado la indirecta desplazando con
parsimonia su vehiculo hacia atrás. Ella sonríe vacilante, baja la
ventanilla y le desea un buen día; el hombre de aspecto rudo y
taciturno la despide con ojos de lechuza; ella se regocija arrancando
bruscamente y conduce con una sola mano, la izquierda, enciende la
radio y suena Madonna,
Simone se anima y canta con ella. Con un poco de suerte a pesar del
denso trafico parisino Simone llega a tiempo, tuerce la esquina con
un volantazo seco y aparca sin problemas, o eso cree; agarra el
gigantesco y mullido bolso de color mostaza con forma de globo y asas
de madera, y hurga en él hasta encontrar un chicle de clorofila,
nota la boca seca y no le gusta la sensación, justo antes de querer
levantar la cabeza una fornida mano le atrapa la nuca manteniendo con
una brusca sacudida su cabeza enderezada a través de la ventanilla,
siente los pelos tirando de la piel. Confundida e intimidada no mueve
un solo músculo del cuerpo y procura dominar la respiración antes
de abrir la boca:
¾Coja
todo el dinero de mi bolso..es poco pero es todo lo que tengo
¾balbucea
asustadiza, aún así si no se encontrara dentro del vehiculo
arrojaría su mal genio contra el hombre que la sujeta por la nuca,
el agresor se ríe con ironía y Simone abre los ojos
desmesuradamente; aunque transcurrieran cien años reconocería esa
risa de perro viejo y resfriado a cincuenta leguas; sus pupilas se
mueven hacia el rabillo del ojo izquierdo corroborando sus sospechas
,y su corazón comienza a golpear su pecho brutalmente; el hombre
acerca su cara al cuello de ella y exhala su perfume como quien
esnifa una ralla de cocaína:
¾Sigues
con el mismo perfume de siempre; hueles a zorrita, como en los viejos
tiempos ¾vuelve
a reírse con ironía y, Simone nota el siseo de su risa en la nuca,
luego la viscosidad de su lengua arrastrándose por su piel y se
sacude en asiento de cuero. Alexander aparece entre otros niños de
su edad, con la mochila de Spiderman
a cuestas; se despide de sus compañeros con un gesto fantástico, y
extrañado con la mirada perdida se apoya en las verjas verdes del
Rodin.
La
garganta del hombre carraspea y Simone traga saliva con sopor:
¾Tienes
un hijo precioso, imagino que es lo que mas aprecias en esta vida;
después de la libertad, claro ¾vuelve
a reír cruelmente¾vas
a pagar tu parte de culpa zorrita,
pero esta vez se hará justicia de la buena, no creas que será
fácil. Vigila bien a tu hijo¾empuja
su cabeza contra la luna delantera, ella ya no soporta el
dolor¾dentro
de tres semanas volveremos a encontrarnos, aquí en el mismo lugar, a
la misma hora doce horas mas tarde, esta vez traerás un maletín con
mis cien mil euros; me da absolutamente igual como los reúnas¾acentúa
sus palabras para que suenen peor¾quedaremos
en paz; de lo contrario ese niño de allí delante impaciente por
ver a su mamá correrá un serio peligro.¾Simone
se revuelve con los dientes apretados e intenta mirarle a los ojos,
consigue ver el terror reflejado en sus pupilas, él no ha cambiado,
es el mismo hijo de puta que fue siempre, unos años mas viejo.¾voy
a golpearte donde mas duele; pero tranquila para mi sería mas fácil
matarle, sabes bien de lo que soy capaz, y lo haría sin pestañear;
aún así no lo haré ¿y sabes porque? Porque quiero ver como
saboreas el sufrimiento, como lloras como una puta desgraciada
¾siente
como la mano le estruja dolorosamente mas fuerte¾y
la mejor manera de hacerlo es haciéndole pupita ¿Qué te parece si
lo dejo postrado en una silla de ruedas?¾Ha
cambiado su tono de voz por uno mas acusador.
¾Haz
el favor de alejarte de mi hijo, si hay algo pendiente entre tú y
yo, lo arreglaremos entre los dos, olvídate de Alexander.¾suplica
ella
¾Ni
hablar¾Simone
siente como a pesar del hervor que siente en su cuerpo la piel de los
brazos se le eriza hasta sentir un dolor punzante en cada poro de su
piel.
¾¿Acaso
crees que es tan fácil reunir tanto dinero en tres semanas?¾protesta
irritada
¾¿Vas
a ponerle precio a la salud de tu hijo? ¾Simone
recuerda las palabras de Ean,
también
recuerda que para Eneko lo más importante es el dinero.¾Estoy
seguro de que harás lo imposible por tenerme contento, sino un
¡bang! Y listo¾vuelve
a reírse a la vez que un ataque de tos seca le inunda la garganta;
Simone nota como la mano le afloja la nuca¾tres
semanas, nada de policía; tú y yo, espero no tener más problemas
contigo¾luego
huye arrastrando una pierna lesionada. Ella entiende que tarde o
temprano tenía que suceder, no confiaba que fuera tan pronto,
tampoco que aparecería de repente, cuando la vida le va medianamente
bien y sus sueños se dirigen a hacerse realidad, siente rabia hacía
sí misma y no soporta no poder desprenderse de ese amargo pasado que
lleva sellado en la conciencia; Eneko no perdona, eso mas que una
posibilidad es un imposible y se ahoga en su propio miedo cuando
recuerda que por sus venas no corre la misma sangre que para el resto
de la humanidad; ¡Mierda!
asesta
el volante con un brutal golpe de muñeca, se mira en el espejo y
pasa el dorso del dedo índice por debajo de sus pestañas, tiene los
ojos llenos de ira; no quiere que Alexander lo note y procura
controlar el temblor que sacude sus piernas. Simone abandona
rápidamente el coche y se dirige hacia su hijo, quiere abrazarlo
pero él se muestra distante, enfadado, y esquiva el beso que ella
pretende darle mientras le sigue hasta el aparcamiento. Unos minutos
de silencio. Simone ni siquiera enciende la radio, se encuentra
desorientada y le lanza miradas intermitentes a Alexander que esta
cabizbajo . Al poco rato ha olvidado el motivo que le ha llevado a
negarle un beso a su madre y suelta una retahíla de cómo le ha ido
el día en el cole:
¾Hoy
he jugado al fútbol con Jeferson en el tiempo de patio, por eso
David se ha enfadado conmigo porque dice que le había prometido una
partida de canicas, yo le he dicho que las canicas son aburridas y el
me ha contestado que yo soy tonto del culo, ¡yo le he dicho que no
es verdad! y que ya no quiero ser más su amigo y él ahora dice que
si no somos amigos tendremos que pelearnos, pero él es un enano y yo
soy más fuerte que él ¿a que si mamá, a que yo soy el más
fuerte? ¾dice
formando una “L” con su brazo derecho y masajeándolo con la otra
mano ¾¡mamá
no estas mirando!
¾Perdona
cariño, tenía la cabeza en otra parte…¾Simone
se disculpa y Alexander continua con su prueba de músculos...